Reflexión sobre las elecciones europeas

Los «sabios» de la política lo indican en sus titulares: triunfo del centro derecha en las elecciones europeas; aunque, en realidad debieran decir triunfo de la extrema derecha en sus dos vertientes: reaccionaria y fascista porque la derecha moderada la encontramos sin duda en la socialdemocracia, que en nuestro país se identifica con las posiciones del PSOE e IU, los que han cosechado una nueva derrota.

  Y es que quienes quieran evaluar concienzudamente los resultados de las elecciones al parlamento europeo, no debiera abstraerse de la situación de crisis y del estadio que vivimos en ésta, el de su mayor gravedad. Es un periodo en el que la lucha de clases debería exacerbarse y en las que las soluciones tendrían que ser radicales (de raíz para la izquierda) por pura lógica, porque existen 4 millones de parados, porque se hace uso del dinero inexistente y peligran las ya devaluadas conquistas sociales etc. Pero no sucede así, y también desde la derecha se suele contemplar medidas reaccionarias, como está sucediendo,  porque el proletariado y la burguesía se lo juegan todo.

 La solución a la actual crisis no está en edulcorar el capitalismo,  ni en otras zarandajas de semejante tipo, no hay márgenes para ello. La burguesía necesita dimensionar una vez más su sistema de producción, lo que quiere decir, emplear más y mejor técnica que redundará en mayor precariedad para las clases trabajadoras, es por ello, que se esfuerza por imponer medidas legales como el despido gratis, extensión de la jornada, etc. etc.  que neutralicen por ley cualquier intento de reacción de los trabajadores.  A estas reivindicaciones les acompañará una represión sin precedentes ante una oposición vencida y doblegada. El futuro que se le avecina a la clase obrera a tenor del rumbo que está tomando la lucha de clases será cruel.

  Es hora también para que la izquierda revolucionaria piense en clave de clase. La clase obrera ha dado la espalda a las elecciones, porque si bien la derecha alumbra el camino de sus acólitos, mediana burguesía, pequeña burguesía, autónomos arruinados, aristocracia obrera, ella aún no ha encontrado el faro que le guíe.

 Si para algo han servido las elecciones es para aleccionarnos sobre lo que venimos diciendo. Pues mientras la burguesía se ha tomado en serio lo de la lucha de clases, la izquierda, una juega a la democracia y la otra anclada a viejas fórmulas no es capaz de cavilar sobre los cambios que se han de operar en sus conductas, porque en el fondo las elecciones les embriagan creyendo en el milagro (al más puro pensamiento burgués) de una adhesión por parte de los trabajadores a través de una propaganda electoral en competencia nada menos que con la burguesía, sin haber desarrollado antes un trabajo en el seno de la clase obrera. Y es que la izquierda revolucionaria no posee una política de masas definida salvo una inocua «unidad de la izquierda, sin bases» y otras consignas del mismo estilo que la historia de nuestro país ha sepultado por extemporánea. 

 En estos momentos cruciales se hace imprescindible el debate con los representantes directos de los trabajadores, elevar su conciencia, organizarlo en un amplio movimiento socio político para cultivar la unidad de la clase obrera con el fin de que ésta desempeñe el rol que le corresponde.

   Una vez más el PCOE hace un llamamiento a la izquierda revolucionaria para que actúen organizadamente en la organización y difusión de las ACDT (Asambleas de Comités, delegados del personal y Trabajadores) en la perspectiva de convertirla en el sujeto revolucionario, o sea dirigente de las masas populares en las luchas por el socialismo, única salida posible al estado actual de la sociedad capitalista.

  ¡POR LA UNIDAD DE LOS TRABAJADORES!

  ¡TODOS CON LAS ACDT!

  ¡POR EL SOCIALISMO!

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