La Catalunya real de los Boi Ruiz

Mientras el debate nacionalista continúa impregnándolo todo y la propaganda del régimen sigue hablando de “consultas” e “independencias” por un lado y de “uniones indivisibles” por otro, el Gobierno de…

Mientras el debate nacionalista continúa impregnándolo todo y la propaganda del régimen sigue hablando de “consultas” e “independencias” por un lado y de “uniones indivisibles” por otro, el Gobierno de Mas “sigue haciendo vía” bajo las órdenes de la oligarquía financiera, haciendo de Cataluña un verdadero laboratorio antiobrero y antipopular, paradigma del capitalismo putrefacto del Estado español. Entre banderas y discursos vacuos, el cínico “Govern dels millors” se afana en salir indemne de su descarnado ataque contra el conjunto del pueblo trabajador catalán, chapoteando en el denso barro de la corrupción inherente a todo modo de producción basado en la propiedad privada de los medios de producción y el trabajo asalariado.

Respaldado por las fuerzas oportunistas catalanas, el Govern de la Generalitat, no sólo apoya con entusiasmo desenfrenado la reforma laboral que legaliza la esclavitud asalariada, sino que se pliega servil y baboso a las directrices criminales provenientes de la troika imperialista europea. Sin embargo no basta con ello. Ya desde los lejanos tiempos del desvergonzado burgués Pujol, pasando por el no menos infame período del Govern Tripartit, Cataluña lleva décadas “abriendo camino” en la destrucción paulatina y sistemática de las estructuras públicas sanitarias y educativas, arrancadas a la clase dominante tras largas luchas de la clase trabajadora.

Bastaría con realizar una somera caracterización de los actuales lacayos políticos del Govern de la Generalitat y la de sus pares del Gobierno español, para constatar cuan fraudulento y alienante es para la clase obrera y clases populares el falso debate nacionalista desatado, para certificar cuan hermanados se hallan los siervos políticos de la clase dominante en todos los territorios del Estado. La diferencia que media entre un Conseller de Economía como Andreu Mas-Colell y su par Luis De Guindos, es exactamente la misma que pueda existir entre un Isidre Fainé y un Emilio Botín, entre un Artur Mas y un Mariano Rajoy o entre un Boi Ruiz y una Ana Mato. Esto es, sustancialmente, ninguna. Gobiernos al servicio de la gran banca y ligados a los grandes monopolios industriales, Gobiernos en manos de la troika, Presidentes, Ministros y Consellers de alta cuna burguesa ubicados en las estructuras estatales a fin de que los lobos y gánsteres financieros puedan campar a sus anchas.

Es por ello que no nos sorprende que el Conseller de Salut, Boi Ruiz, se afane en seguir ampliando los beneficios de las trasnacionales en el sector sanitario, perfeccionando la obra magna de sus antecesores, jugando a la ruleta rusa con la salud de millones de trabajadores. Echemos un vistazo a la “filosofía” que guía los pasos del máximo responsable del sector sanitario catalán, recordando que estas competencias están en manos exclusivas de los Gobiernos autonómicos. Esto decía el “independentista” Boi Ruiz, en declaraciones de 2011:

 “La salud depende de uno mismo, no del Estado, la salud es un bien privado (…) no hay un derecho a la salud, porque ésta depende del código genético que tenga la persona, de sus antecedentes familiares y de sus hábitos”

Cuando la base económica del capitalismo se pudre a marchas forzadas, es natural que la escoria burguesa que nos desgobierna sienta la necesidad de levantar una superestructura que camine acorde a tales niveles de putrefacción. De ahí las palabras del señor Boi Ruiz que reflejan la fidelidad a los intereses de su clase social decadente y desnudan su “acción política” como prominente representante de los monopolios del sector sanitario. El Conseller, desacomplejado, llega incluso a hablar de “código genético”, a modo de un Josef Mengele cualquiera. He aquí la vieja basura filosófica de la burguesía; la teoría de la “genética de pobres y ricos”, que en última instancia conduce irremediablemente al lento exterminio de la llamada “población sobrante”. Y no es que la burguesía no haya aplicado a Malthus a lo largo de su negra historia de colonialismo e imperialismo -cuya síntesis ideológica más perfecta viene representada por el nazi-fascismo-, la “novedad” es que hoy ya la aplica a destajo en el mal llamado “primer mundo”. Y además la anuncia públicamente sin mayores reparos.

Esta es, pues, la senda trazada por la Consellería de Salut del gobierno de la Generalitat, brújula burguesa para el Gobierno español. Cuando la salud es considerada una mercancía más con la que traficar y todo se reduce a una mera cuestión de “demandas solventes”, las opiniones de Ruiz –por más repugnantes que nos parezcan-, cobran todo su sentido ideológico. A estos parásitos les indigna la mala “genética” de los mineros que les induce a contraer la silicosis o la de esos obreros industriales que obligados a trabajar en ambientes tóxicos, los hizo víctimas de la asbestosis y demás enfermedades pulmonares y cancerosas. Les indignan esos “códigos genéticos” y “malos hábitos” de millones de trabajadores que soportan niveles de estrés insostenibles en entornos insalubres, esos “deficientes genes” de aquellos que atrapados por la precariedad y el paro, sufren trastornos físicos y mentales de todo tipo.

Y todo ello sin contar a esos miles de trabajadores que año a año caen heridos, enfermos, mutilados o muertos en sus puestos de trabajo. Nos estamos enfermando y muriendo por encima de nuestras posibilidades. Boi Ruiz, como buen burgués, nos trata de estúpidos, por ello repite que “la salud depende de uno mismo”, olvidando las condiciones socioeconómicas, los entornos laborales y ambientales, las relaciones de producción de su adorado régimen basado en la propiedad privada de los medios de producción….Es tan burdo su cinismo, que sólo le quedan los genes para tapar su depravada ideología burguesa. El problema es que este individuo y los de su misma clase, se hallan al frente de los Departamentos de Salud de los países imperialistas, aplicando sus premisas criminales.

Es lo que llaman “optimización de recursos del sistema público de salud”. Y nada mejor que una nueva crisis de sobreproducción, para “optimizar” por vía rápida y sin anestesia. Así “optimiza” el Govern burgués de la Generalitat nuestra salud; reducción de los presupuestos sanitarios del orden del 10% anual desde 2011, cierre sistemático de plantas y camas en centros hospitalarios públicos, cierre de quirófanos, cierre de centros de salud, ambulatorios y servicios de urgencias, supresión de programas de atención primaria, privatización del transporte sanitario, aumento de las listas de espera, repago farmacéutico, despido de más de 10.000 trabajadores del sector sanitario, rebaja de condiciones del resto de personal, retirada de tarjetas sanitarias…Y todo esto sin que todavía seamos un “Estado independiente”. Insistimos en que las competencias sanitarias corresponden a los Gobiernos autonómicos; “Madrid” pinta poco, aunque toma buena nota.

He aquí la filosofía de Boi Ruiz y sus amos aplicada a la realidad práctica. Nos hacinan en los hospitales (habitaciones dónde cabía uno, ahora caben dos e incluso tres), nos obligan recorrer largas distancias para encontrar un ambulatorio abierto, esperamos largos meses para operarnos de dolencias consideradas graves (una media en Cataluña de 130 días, sólo superados por Castilla la Mancha), a pagar ambulancias y medicamentos imprescindibles para nuestra supervivencia, colapsan y precarizan a nuestros médicos y personal de enfermería, subcontratan en condiciones deplorables servicios esenciales como la limpieza o el mantenimiento de instalaciones sanitarias, y mientras aumentan nuestra carga impositiva directa e indirecta, los bufones políticos de la burguesía nos dicen que todo ello no tiene otro fin que “hacer viable el sistema” y que “el derecho a la salud no existe”. Medidas criminales que producen muerte y enfermedad para la clase trabajadora, medidas que responden a una de las leyes nucleares que rigen el modo de producción capitalista en su fase imperialista; la de la obtención del máximo beneficio a costa de todo y de todos.

Es bajo este contexto, que se ha de analizar el concreto acoso y derribo al que el Govern del señor Mas – como el anterior del Tripartito-, sigue llevando a cabo contra el Hospital Clínico de Barcelona, buque insignia de la sanidad pública que hasta hace poco atendía en sus instalaciones a más de medio millón de catalanes, provenientes fundamentalmente de la clase obrera y clases populares. El objetivo inequívoco de la consellería encabezada por Boi Ruiz y sus antecesores, es la de poner a este emblemático Hospital público en manos de sus jefes oligarcas. Y no cabe duda que han avanzado al respecto, prueba de ello es la consolidación de “Barnaclínic”, área hospitalaria del propio Hospital Clínico completamente privatizada que utiliza instalaciones, maquinaria y personal del ente público para tratar a acaudalados pacientes burgueses en su planta 7ª. Caído el Clínico, el resto caerá como fruta madura.

Pero como quiera que completar este proceso destructor del hospital barcelonés viene complicándose por la resistencia del personal médico, los jefes del Conseller siguen aplicando su táctica de desgaste, a la que estos cínicos llaman “Plan Salud”. Esto se traduce, como no, en ahogar el presupuesto anual del Hospital Clínico a fin de poner en la picota la joya barcelonesa del sistema público de salud. Ahogado su presupuesto, se procede al despido y precarización de los trabajadores, lo que redunda en un empeoramiento notorio de tan esencial servicio, a pesar del buen hacer de sus médicos, enfermeros o celadores. Paralelamente se cierra el “círculo virtuoso”, procediendo al cierre de plantas, camas y quirófanos, drenando personal y pacientes hacia las propiedades privadas de la oligarquía. Como vemos, la concreción más fidedigna de la “política general sanitaria” del Govern de la Generalitat;

– reducción del gasto del Hospital Clínico en 18 millones de euros anuales

– cierre de 74 camas (sumadas a las 76 de 2011)

– cierre del 9% de mesas quirúrgicas

– recorte salarial de 7 millones de euros, con prejubilación de médicos y recolocación de otros tantos.

Ya no basta con la explotación y el empobrecimiento del proletariado, sino que en virtud de las leyes inherentes al sistema, éste discurre imparable hacia la degradación y sometimiento del conjunto de las masas laboriosas. No es fruto de la casualidad que el actual Conseller Boi Ruiz y todo su equipo al completo, provengan de la patronal Unió Catalana d´Hospitals, síntesis de los monopolios que han ido devorando la sanidad pública en Cataluña. Ni que el Director General del Hospital Clínico sea ni más ni menos que otro ilustre lacayo político de la oligarquía -antiguo Ministro del Gobierno español-, Josep Piqué. Por ello y tal y como ocurre en otros tantos sectores de la economía capitalista, en toda esta ofensiva contra el Hospital Clínico de Barcelona se nos aparece la multinacional IDC Salud (antiguo Capio), que “casualmente” es propietaria, entre otros, de los Hospitales privados Sagrat Cor de Barcelona o del Hospital General de Catalunya de Sant Cugat. Y como no, este monopolio tiene un concierto con el Catsalut, a la cabeza del cual se encuentra esta pléyade de representantes de la patronal de UCH metidos a funcionarios políticos, a Consellers de Salut (Boi Ruiz), Secretarias de Salud (Roser Fernández), Directores Generales de Catsalut (Josep Maria Pedrosa) o Presidentes del ICS (Josep Prat).

Evidentemente, de la mutilación del Hospital Clínico se beneficiarán directamente las propiedades privadas –Hospitales-, de IDC Salud, especialmente el Hospital Sagrat Cor de Barcelona. Éste asumirá gran parte de la actividad llamada de “baja complejidad” arrancada al Hospital Clínico –la más rentable para los traficantes de la salud de Boi Ruiz- , privatización de actividad que se hará, para más escarnio y desfachatez, con el obligado “apoyo profesional” del personal médico adscrito al ente público. Una maniobra excelsa del jefe de la patronal sanitaria catalana, ahora Conseller de Salut de la Generalitat, pues todas las camas cerradas en el Clínico se abrirán en el privado. Y además, el personal médico del público deberá apoyar al privado, afectando a las áreas de medicina interna, neumología, aparato digestivo y cirugía traumatológica, vascular y general. De esta forma, IDC Salud se queda de un plumazo, con más de 100.000 pacientes del Hospital Clínico, al tiempo que las mutualidades privadas –parte integrante de estos monopolios- se extienden por Cataluña como una metástasis.

Esta es la Cataluña real y enferma que el régimen prefiere ocultar y tapar a base de banderas, consultas, independencias y unidades indivisibles de cartón piedra. Y tienen razones para ello prácticamente 1 millón de desempleados, más de un 22% de catalanes pobres o millones de trabajadores con salarios de miseria, todos condenados a contemplar como una tan insignificante como opulenta minoría chapotea en la abundancia. Y bajo este panorama atroz –intensificado día a día con las medidas autonómicas del Govern de Mas, pues ni siquiera el no menos burgués Gobierno de Madrid ha podido llegar a tanto- hay que recordar que el oportunismo traidor, desde ERC a las CUP pasando por ICV, va de la mano de esta Generalitat antiobrera y antipopular, de la mano del nacionalismo burgués, haciendo el juego a fracciones oligárquicas que sólo buscan un mejor posicionamiento en el mercado internacional. ¿Qué tipo de “libertad y de democracia” pueden ofrecer los más serviles lacayos de la banca y el gran capital? ¿Los que desahucian, explotan, reprimen, y enferman al pueblo trabajador? ¿Quiénes pueden sostener que un Estado capitalista a cargo de los señores Mas o Junqueras, de los señores Mas Culell o Boi Ruiz, puede “beneficiar” en lo más mínimo al proletariado y las clases populares catalanas? Sólo los traidores a sueldo del régimen. A nosotros no nos roba Madrid o Cataluña, nos esquilma una oligarquía parasitaria apátrida que ni es española, ni catalana, ni vasca o gallega.

Vivimos un momento histórico en que la lucha de clases se agudiza, dónde la burguesía avanza como un rodillo poniendo al Estado y sus instituciones a su entero servicio, concentrando el capital en cada vez menos manos, extendiendo la pobreza y la miseria sobre amplias capas del pueblo trabajador, mientras se incrementa exponencialmente la explotación asalariada. Esta no es una cuestión de Estados propios, federados o confederados, ni de cambios de gobierno o reformas aquí o allá, ni siquiera de repúblicas o monarquías, sino de arrancar las relaciones de producción capitalistas de raíz.

Lo que el oportunismo llama “estado del bienestar”, no fue fruto del buen hacer de la traidora socialdemocracia, sino de la gloriosa victoria proletaria y socialista en Rusia, que insufló de energía revolucionaria al proletariado mundial, obligando a la burguesía europea a ceder ante sus propias clases obreras frente al pánico a la revolución social. Hoy carecemos de organización de clase en lo interno, mientras la URSS desapareció hace décadas en lo externo. El camino está allanado para los enemigos del pueblo trabajador. La lucha de la clase trabajadora y clases populares en la actualidad, no puede fundamentarse en la espontaneidad, en el desclasamiento ni en plataformas aisladas y sectoriales ya sea en la sanidad, educación o cualquier otro sector económico. No puede limitarse a reclamar reformas ni andar a rastras del oportunismo político y sindical, que nos quiere vencidos y desarmados de antemano, no puede seguir consumiéndose en protestas y manifestaciones que surgen y desaparecen de inmediato. Hoy más que nunca, podemos constatar cómo esta minoría oligárquica está dispuesta a enviarnos al mismísimo siglo XIX, mientras se empeña en dividirnos en lo sectorial, en lo generacional, en lo contractual e incluso en base a nuestro género, raza o nacionalidad.

El PCOC hace un llamamiento a unir en un solo puño a la clase obrera del conjunto del Estado, un llamamiento a la juventud obrera apaleada, a esos obreros jubilados masacrados, a los miles de autónomos arruinados, a unir sus luchas a las del proletariado. Si el enemigo es común y está sólidamente organizado y unido, parapetado en su Estado represor y arremetiendo con saña contra el conjunto del pueblo trabajador, no hay lugar para no responder con mayor y más amplia organización, conciencia y combatividad de clase. Se hace más necesario que nunca, como muestran los compañeros del barrio obrero burgalés del Gamonal, levantar las estructuras del poder popular a través de un Frente Único del Pueblo que, dirigido por la clase trabajadora, sea capaz de aglutinar a todos los sectores agredidos por el capital monopolista.

La lucha por la sanidad pública de calidad, gratuita y universal no incumbe ni puede incumbir en exclusividad al personal sanitario, sino al conjunto del pueblo trabajador. Hay que decir alto y claro que su defensa y consecución es hoy materialmente inviable si no somos capaces de organizar la resistencia popular, capaz de parar los golpes y pasar a la ofensiva. Un Frente Único del Pueblo que camine con firmeza hacia la organización de la revolución socialista, consolidando las estructuras de un nuevo Estado proletario al servicio de las mayorías productivas, implacable con esta minoría oligárquica que nos explota, enferma y mata.

Sólo el socialismo puede acabar para siempre con estos genetistas filonazis, capaces no sólo de traficar con nuestra fuerza de trabajo, sino también con nuestra propia salud y la de nuestros hijos.

¡Por una sanidad totalmente pública, gratuita y universal!

¡Construyamos Frente Único del Pueblo!

¡Organicemos la revolución socialista!

PARTIT COMUNISTA OBRER DE CATALUNYA

 

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