Las miserias del Estado

Todo el entramado superestructural que sostiene el régimen genocida de producción capitalista, con los medios de comunicación a la cabeza, nos ha acostumbrado a relacionar conceptos como la violencia, el crimen, los presos políticos, el terrorismo, la pobreza o la miseria, con todos aquellos movimientos, ideologías o incluso regímenes políticos que se han caracterizado por ser, o pretender ser, alternativas al sistema capitalista, el que más millones de seres humanos ha asesinado, el que más miseria ha generado, el que más injusticias ha auspiciado, o el que más gobiernos reaccionarios ha fomentado. De esta forma el anarquismo o los movimientos de liberación nacional, sobretodo si adquieren un carácter socialista, son equiparados con el terrorismo; Stalin, máximo dirigente de la primera experiencia en la historia de construcción del Socialismo es convertido en el peor criminal de la historia de la humanidad; la URSS, que a tantos pueblos liberó, es retratada como una cárcel de naciones, así como una especie de ente diabólico destinada a acabar con la propia vida en el planeta; Venezuela es un caos en el que gobiernan unos déspotas y tiranos que llevan a su pueblo a la pobreza más descarnada; y así podríamos describir muchas otras sitiuaciones similares.

La lucha de clases, motor de la historia, se desarrolla en tres frentes: el político, el económico y el ideológico; y es dentro del frente ideológico de la lucha de clases donde hay que situar todo lo expuesto con anterioridad. Las clases dominantes, con la burguesía monopolista a la cabeza, saben perfectamente que el sistema que les permite mantener su dominio es un sistema criminal e injusto, donde la inmensa mayoría social sufre las consecuencias de que prácticamente la totalidad de la riqueza mundial este controlada por un puñado de individuos. Y saben perfectamente que esa situación genera, como no podría ser de otra manera, disidencia; saben que ese sistema criminal e injusto también generará movimientos de liberación, con sus respectivos lideres, que tratarán de poner fin a tal barbarie y construir un mundo nuevo bajo los parámetros de la justicia social y de la eliminación del parasitismo burgués. La burguesía conoce que de las miserias del sistema criminal e injusto que la mantiene en el poder surgirán las fuerzas que la harán desaparecer de la historia, y es por ello que despliega todo su arsenal ideológico a través de la cultura, de la educación, la religión, los medios de comunicación, etc, con el objetivo de evitar, a través de las mentiras, los engaños, las medias verdades, las manipulaciones, la tergiversación de la realidad, que dichos movimientos de liberación consigan sus metas, colocando a las grandes masas explotadas y expoliadas al lado de quienes se aprovechan de ellas y las mantengan sometidas y sojuzgadas.

Así es como todo el mundo sabe que en Venezuela las estanterías de los supermercados están vacías, que los venezolanos no tienen ni papel higiénico, que los cubanos son todos unos jineteros o jineteras, que en Corea del Norte mueren cada año millones de personas de hambre, mientras “el gordito con cara simpática” se gasta el dinero en misiles nucleares, o que en el Estado Español, cualquiera que defienda la independencia de Euskal Herria es un peligroso terrorista; mientras se desconoce que en Costa Rica la gente muere por cánceres tratables, al no disponer del dinero para sufragar el tratamiento, en los Estados Unidos más de 35 millones de personas viven gracias a las entidades de la beneficiencia, que en Japón los marines yankis violan y asesinan mujeres, o que en España la policia asesina, trafica con drogas o con personas con total impunidad.

Todo vale para desprestigiar a  aquellos que luchan contra la barbarie capitalista, incluso para los que sólo luchan contra los efectos que dicha barbarie provoca sin ir más allá; y todo vale para justificar las tropelías de aquellos que sostienen el sistema, que son colaboradores necesarios en los crimenes perpretrados por la burguesía en su continua e inacabada orgía de sangre proletaria.

Es, en este contexto, en el que hemos conocido las artimañas del Ministerio del Interior del Estado español destinadas a desprestigiar a determinados líderes y partidos del movimiento independentista catalán. Si esto se hace con distintos sectores de la burguesia catalana, ¿qué no hará el poder de la burguesia monopolista contra todo aquello que pudiera suponer un avance, por muy mínimo que fuera del movimiento obrero, aunque sólo fuera un avance que ayudara a mitigar un tanto algún efecto de la enfermedad que sufre la humanidad, el Capitalismo? Ahí veríamos de verdad la voracidad de sangre de la burguesía monopolista tal como palpamos diariamente en los centros de trabajo.

En Cataluña conocemos muy bien, para nuestra desgracia, como el poder de la burguesía se permite, o permite a sus lacayos, la ejecución de cualquier atropello, sabiendo que cuentan con la impunidad que les da el control de los aparatos del Estado. La era Garcia Valdecasas, con el caso Bolancel a la cabeza; el caso 4F, el caso Ester Quintana, la criminalización del movimiento okupa, el desalojo de Plaza Cataluña durante la acampada del 15M, los abusos protagonizados por los mossos d´esquadra, y un largo etc, así lo demuestran.

El poder, que no es otro que el de la burguesía monopolista y sus aliados, necesita hacer uso de la guerra sucia para poder sostener su status quo, desde la tergiversación de la realidad a través de la lucha ideológica, a la represión pura y dura en el plano político y económico. Pero todo es en vano. El desarrollo del régimen burgués desarrolla las fuerzas que lo harán desaparecer. Es sólo cuestión de organización y ahí los comunistas debemos desempeñar un papel de primer orden. Comunistas organizados entorno al PCOC en Cataluña, y al PCOE en el resto del Estado Español, única fuerza marxista leninista, revolucionaria y defensora de los intereses de la clase obrera, que izando la bandera roja de la libertad conducirá al proletariado hasta la libertad y colocará a la burguesía y su repugnante y criminal sistema donde le corresponde, en los libros de historia.

COMITÉ NACIONAL DEL PARTIT COMUNISTA OBRER DE CATALUNYA.

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