Xiomara Castro y el socialismo democrático a la hondureña

El pasado 27 de enero, Xiomara Castro – representante del Partido Libertad y Refundación – tomó posesión como presidenta de la República de Honduras tras su victoria en las elecciones del 28 de noviembre, lo que supone un nuevo avance del socialismo del siglo XXI en Latinoamérica.

Su ascenso al poder ha recibido elogios de diferentes líderes de la izquierda latinoamericana, como son ejemplo Miguel Díaz-Canel, Nicolás Maduro o Daniel Ortega, debido a que su victoria se ha reivindicado como una vuelta a la democracia y el fin de la reacción en el país, dando carpetazo a la situación instaurada en Honduras desde el golpe de Estado del 28 de junio de 2009. No obstante, es inevitable que todo comunista recuerde las enseñanzas del camarada Lenin al respecto: «Es lógico que un liberal hable de “democracia” en términos generales. Un marxista no se olvidará nunca de preguntar: “¿Para qué clase?”»[i].

Tras haberse presentando en dos ocasiones a estas elecciones, finalmente a la tercera Xiomara Castro obtuvo su ansiada victoria electoral, siendo reconocida por la patronal de la Cámara de Comercio e Industrias de Tegucigalpa (CCIT) afirmando que están «listos para trabajar de la mano en pro de la libre empresa y el pueblo hondureño», a lo que la reciente presidenta agradeció respondiendo: «gracias CCIT, vamos a trabajar de la mano con el sector privado para mejorar el clima de inversión con el reto de generar empleos».

 

Esta complacencia entre la presidenta y la patronal nos da una pista para pronosticar cómo se encaminará lo que se ha denominado como el socialismo democrático a la hondureña o, lo que es lo mismo, el socialismo del siglo XXI en Honduras. Como sabemos los marxistas-leninistas, el socialismo del siglo XXI reniega de la lucha de clases, lo apuesta todo a la vía parlamentaria burguesa para crear un Estado donde se mitiguen las diferencias entre la clase burguesa y el proletariado, con el propósito de lograr un “socialismo interclasista”. Al liberar al Estado de su condición de violencia, de su papel como «una máquina especial para la represión de una clase por otra, y, además, de la mayoría por la minoría»[ii], el socialismo del siglo XXI abjura de la dictadura del proletariado y priva a la clase obrera de erigirse como el sujeto director de la revolución socialista.

Al analizar en la historia procesos sociales semejantes, vemos que este camino electoral y pacífico hacia el socialismo nunca se ha cumplido. Los casos más paradigmáticos son el de Salvador Allende en Chile o el del Frente Popular en el Estado español, ambos destruidos por la reacción armada de la burguesía. Tampoco podemos obviar como elementos reaccionarios se han beneficiado de estos movimientos de masas interclasistas para subir peldaños en el poder y, cuando lo han conseguido, han reprimido a la clase obrera de la misma forma que lo hacen los gobiernos abiertamente reaccionarios, como es el caso de Lenín Moreno, alineado con los intereses de los grandes monopolios internacionales y que no ha dudado en usar el fuego para acabar con las protestas contra su gobierno.

Siendo consecuentes con las tesis de Lenin, la democracia, del tipo que sea, no es congruente con el socialismo ya sin clases, más bien todo lo contrario, el socialismo entierra la democracia, pues esta implica la existencia de clases sociales contrarias y antagónicas. La democracia participativa que defiende el socialismo del siglo XXI significa romper con el pasado revolucionario y apostarlo todo al pacifismo pequeñoburgués, lo que implica, por tanto, un rechazo al marxismo.

Por tanto, el socialismo democrático a la hondureña no es sino un ejemplo más de la larga lista de movimientos que han asumido el compromiso de hacer añicos la teoría y práctica del marxismo-leninismo y la revolución proletaria. Además, es fruto de unas condiciones determinadas, de la profunda crisis ideológica que asola el Movimiento Comunista Internacional; un panorama desolador que es aprovechado por ideólogos burgueses para diagnosticar el final de la historia, la inviabilidad del comunismo y la invulnerabilidad del sistema burgués.

Sólo el socialismo, como fase temprana del comunismo, podrá destruir el modo de producción capitalista, los antagonismos entre clases y toda la miseria, explotación, violencia y subyugación que sufre el proletariado mundial.

 

¡POR EL SOCIALISMO!

 

Madrid, 3 de febrero de 2022

SECRETARÍA DE RELACIONES INTERNACIONALES DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

[i] V. I. Lenin (2007). La revolución proletaria y el renegado Kautsky. Madrid, España: Fundación Federico Engels, p. 15.

[ii] V. I. Lenin (2010). El Estado y la Revolución. Biblioteca Virtual Omegalfa, p. 105.

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