Ante el imperialismo moribundo fortalezcamos el Partido

El internacionalismo proletario es uno de los principios más poderosos que tenemos los marxistas-leninistas y la clase obrera. Cuando las marionetas del Capital, los voceros que inoculan sus falacias y veneno ideológico al proletariado, así como los oportunistas que se llevan sus migajas traicionando a la clase obrera al objeto de salvaguardar al sistema de explotación de los monopolios, nos cuentan de los altos niveles de vida que tienen las sociedades de las potencias imperialistas en comparativa con otros países del mundo, para así justificar la superioridad del capitalismo, omiten dos cuestiones esenciales:

  • Que esos supuestos “altos niveles de vida” de las sociedades de las potencias imperialistas son consecuencia del expolio, del saqueo por la fuerza de la inmensa mayoría de países del mundo, de su clase obrera, que han vivido en la más absoluta pobreza por mor de ello.

  • Que es falso que la clase obrera de esas potencias imperialistas hayan tenido “altos niveles de vida”, a lo sumo alguna migaja en comparación con sus hermanos de clase de los países devastados, robados y sojuzgados por el criminal imperialismo. Migajas que han desaparecido una vez desapareció la Unión Soviética.

Existen multitud de ejemplos que ilustran lo que aquí decimos, potencias imperialistas europeas como Francia o Bélgica descuellan en estas lides, sin embargo, sin duda alguna la potencia más criminal, más asesina, inhumana y ladrona es los EEUU a mucha diferencia del resto, y eso que las otras en absoluto se quedan atrás.

Si miramos a Sudán, Mali, República del Congo, República Democrática del Congo, Ruanda o Uganda, todos ellos países con enormes riquezas minerales (coltán, diamantes, oro, tántalo, uranio, cobalto, estaño, cobre …) así como otros recursos energéticos, países saqueados por el imperialismo, donde el asesinato, los golpes de Estado y la imposición de dictadores lacayos a las potencias imperialistas, la intervención exterior para confrontar a tribus generando guerras civiles que sirven a las multinacionales norteamericanas o europeas  para saquear dichos países. Ese ha sido el sustento del imperialismo, el carbón que alimentaba la maquinaria de explotación capitalista.

La República Democrática del Congo, por citar un ejemplo, es un país donde EEUU, Bélgica y Francia han asesinado a dirigentes políticos como Patrice Lumumba (asesinado por EEUU y Bélgica), o Laurent-Désiré Kabila, o lo que es lo mismo, segando a los líderes que defendían la emancipación de dichos pueblos del colonialismo, de la opresión y saqueo imperialista, al objeto de descabezar el movimiento emancipador, antiimperialista, no vacilando en imponer a auténticos criminales, dictaduras dirigidas por los imperialistas que ponen al frente a ladrones y asesinos como, por ejemplo, ocurrió en este país centroafricano con el dictador Mobutu Sese Seko que ejemplifican y dan respuesta al porqué, de donde viene esa supuesta superioridad de las potencias imperialistas, del robo, del crimen, del despotismo, del genocidio. Expolio y sojuzgamiento del que el continente africano, pero también el asiático y la práctica totalidad del continente americano (centro y sur América) son testigos y víctimas.

La guerra en Ucrania ha dejado al desnudo donde radica esa “superioridad” económica de las potencias imperialistas, del saqueo, del sojuzgamiento de otras naciones, y la estafa, en definitiva, de la barbarie. El proceso de desgajamiento que está sufriendo el imperialismo, la pugna por desbancar de la hegemonía mundial a los EEUU y sus esbirros, está permitiendo que naciones que poseen las riquezas naturales – las verdaderas naciones ricas aunque el imperialismo los condene a la miseria –  que o les han sido robadas o son o han sido fuertemente asediados y acosados por las potencias imperialistas hegemónicas hasta el momento para expoliarles esas riquezas naturales, den pasos en alinearse con las potencias emergentes que buscan desbancar de la hegemonía a las potencias que hasta ahora han estado ejerciendo de caudillo del mundo. Un ejemplo de esto se ha podido ver en el cambio de actitud del camaleónico bufón imperialista Macron con respecto de Maduro, ayer tildado de dictadorzuelo y reconociendo como presidente de Venezuela al fantoche gringo de Guaidó, y hoy reconocido presidente democrático de la República Bolivariana de Venezuela. Y es que las sanciones de la UE, ordenadas por EEUU, a Rusia provocan estos efectos en determinados dirigentes políticos de las potencias imperialistas europeas necesitados de gas y petróleo.

Las políticas monetarias del Banco Central Europeo y de la Reserva Federal norteamericana han consistido en generar dinero ficticio para, primero inyectar liquidez para que los Estados salvaran al sistema bancario, salvar los bancos, endeudándose y, después, sortear la bancarrota de los Estados, consecuencia de rescatar a los bancos y a determinados monopolios. Es la lógica del capitalismo putrefacto, rescatar a los bancos y pinchar la burbuja inmobiliaria o crisis de las subprime de 2008, significó endeudar a los Estados y llevarlos a la bancarrota, pinchar la burbuja inmobiliaria para hinchar la burbuja de la deuda. De aquellos polvos este cenagal de inflación, una política fundamentada en la estafa – que es lo único que puede ofrecer el imperialismo unido a la guerra – para que los imperialistas traten de mantener su moribundo sistema económico es la causa de la inflación desaforada desde 2021, donde la clase obrera sufre las consecuencias del banquete que los imperialistas se han dado con sus políticas monetarias fundamentadas en la estafa, en darle a la máquina de hacer dinero ficticio, que le ha servido al sistema bancario para ir sorteando su quiebra, que le ha servido a los Estados para endeudarse y nutrir a los empresarios a la par que le apretaban la tuerca de la opresión y del robo a la clase obrera, y que le ha servido a los monopolios – a las grandes multinacionales – para refinanciar sus deudas consiguiendo dinero barato a tipos bajos al objeto de desarrollar la automatización de sus procesos productivos.

Automatización o robotización de la producción que los monopolios están obligados a desarrollar y que, en la práctica, no hace otra cosa que negar la fundamentación o razón de existir del capitalismo, la apropiación de la plusvalía generada por la clase obrera. La automatización niega el capitalismo en tanto desequilibra completamente la composición orgánica del capital, de tal modo que el capital variable – la parte del capital que genera la plusvalía, o parte del capital invertida en mano de obra – tiende a minimizarse al máximo de tal modo que se exacerban las contradicciones del sistema tirando por tierra la ganancia, a pesar que la tasa de explotación tienda al infinito, expulsando a la mayor parte de los trabajadores al paro forzoso o ejército de reserva del proletariado, depauperando todavía más las condiciones de vida de la clase obrera, generando otra contradicción pues a pesar que la capacidad productiva y la productividad crezcan de manera ingente la demanda retrocederá en una proporción superior a la que se condenan a los trabajadores al paro forzoso. De cada puesto de trabajo que la automatización cree destruirá siete puestos de trabajo hoy existentes, según apuntan economistas del capital como, por ejemplo, Niño Becerra.

El imperialismo económicamente es inviable. El desarrollo de las fuerzas productivas bajo el sistema capitalista ha alcanzado su culmen, y las relaciones de producción capitalistas, la propiedad privada de los medios de producción, obtura dicho desarrollo negando el mismo a la mayoría de la humanidad, impidiendo que ese desarrollo se transforme en desarrollo humano, en progreso social, no dejando a la clase obrera, a la humanidad, para la pervivencia de la especie humana otra salida que armonizar el desarrollo de las fuerzas productivas con unas relaciones de producción que se correspondan con ese desarrollo, con ese progreso real que implica la automatización de la producción, que pasa inexorablemente por la socialización de los medios de producción, por la apropiación social del fruto de la producción y por la planificación de la economía para ajustar la plena satisfacción de las necesidades humanas la misma a la par que se preserva la naturaleza, esto es, a la par que se armoniza la relación hombre-naturaleza, puesto que la humanidad forma parte de la naturaleza y no se encuentra por encima de la misma, consecuentemente, devorar la naturaleza implica liquidar a la especie humana que es una parte más de ella.

La automatización de la producción, el inmenso desarrollo de la ciencia y de la tecnología que es obra de la clase obrera, que con su trabajo arranca la riqueza de las entrañas de la tierra y la procesa siendo el fruto de esa actividad humana el grado enorme de desarrollo alcanzado, debe traducirse en progreso para la humanidad para esa propia clase obrera, o lo que es lo mismo, debe redundar en que la humanidad se libere del hambre, se libere de la falta de saneamiento, se libere de la pobreza, de la explotación, de la violencia, de la guerra, de la enfermedad. Los capitalistas hoy enfocan el desarrollo tecnológico a la salud de sus bolsillos, a sus intereses bastardos y egoístas, sin embargo ese desarrollo tecnológico, esa automatización, enfocada para la satisfacción de los intereses de la mayoría responsable de ese avance, la clase obrera, podría conllevar, por ejemplo, el incremento de la esperanza de vida al nacer ubicándola por encima de los 100 años, ya que no solo los órganos del ser humano están preparados para superar esa cifra, sino que el desarrollo de la ciencia ha ampliado su conocimiento y  permite un avance superior para actuar sobre las mutaciones celulares o envejecimiento – cáncer – así como la tecnología, estando a disposición de los intereses del ser humano, de la clase obrera, proporcionará avances aún mayores en la cirugía y en la creación de órganos exactos con el tejido del propio paciente eliminando la posibilidad de rechazo. Esta disyuntiva no es otra que sufrimiento o dignidad, opresión o libertad, o lo que es lo mismo, socialismo o barbarie capitalista. El momento hoy es de capitalismo (paro forzoso para la mayoría de la población y empobrecimiento) o de socialismo (alejar progresivamente al ser humano del trabajo garantizando su desarrollo multilateral e ilimitado, su desarrollo intelectual y físico, sus necesidades para garantizarle una vida digna de un ser humano).

El momento hoy es revolucionario, tal y como los definió Carlos Marx en su prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política cuando señalaba que “Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se dan, o por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización.

Pero aunque el momento sea revolucionario, aunque las condiciones para la desaparición de la formación socioeconómica capitalista estén dadas y validadas, la clase obrera que es la clase social revolucionaria que tiene que dar sepultura a la vieja formación socioeconómica capitalista e imponer la nueva formación socioeconómica superior, el socialismo, como fase previa del comunismo, requiere del desarrollo de su instrumento sublime en el terreno de la guerra ideológica, la que está sosteniendo a la burguesía y su caduca base económica capitalista, que no es otro que el partido leninista, el partido dotado de la ciencia de la transformación revolucionaria de la sociedad por parte del proletariado para liquidar de la faz de la Tierra la explotación capitalista liberando al ser humano de ésta, de tal modo que el género humano abandone su prehistoria y empiece a escribir de manera consciente su historia.

El Partido leninista es el instrumento que inocula en la parte más avanzada del proletariado el marxismo-leninismo, es la conciencia y el corazón de la clase obrera, del sujeto revolucionario creador del nuevo mundo donde el desarrollo humano se torna en desarrollo de la humanidad, en progreso para toda la sociedad. El partido leninista es el instrumento que dota a la clase obrera de objetivo y de cómo alcanzar ese objetivo, es el que lleva a la clase obrera a la toma de conciencia cerrándole las puertas a la anarquía, a la espontaneidad, a la indisciplina, el que enseña a la clase obrera que el envite no es de personas sino de clase sociales rigiendo la lucha de clases como motor de la sociedad y, por consiguiente, de la historia. El partido leninista es el que dota de organización revolucionaria a la clase obrera, que no es otra cosa que el embrión de cómo debe ser la organización política y social de la nueva sociedad socialista, donde cada obrero sea Estado porque cada obrero conforma el poder de la clase obrera. Contra la organización del capital donde una minoría impone los dictados a una mayoría reprimiendo inmisericordemente a la mayoría, el Partido le enseña a la clase obrera los principios organizativos de su nueva sociedad socialista, una organización donde la centralización del poder democrático de la clase debe ser ley, donde la mayoría participa y determina la dirección política y económica de la sociedad y donde la mayoría reprime inmisericordemente a la minoría explotadora. Esto es, el Partido dota a la clase obrera de un modelo organizativo necesario para confrontarse a la burguesía, que garantice a la clase obrera actuar de manera disciplinada y con homogeneidad ideológica, donde la unidad de clase se imponga a la pluralidad mediante la que la burguesía fracciona al proletariado. El Partido Leninista eleva la conciencia de clase del proletariado, confrontando con la burguesía en la lucha ideológica, de tal manera que la burguesía trata de mostrarse ante la clase obrera como todopoderosa para crear entre la clase obrera una psicología social de derrota, de imposibilidad de cambio llevando a la clase obrera al individualismo, a la sumisión. El Partido Leninista es el instrumento que muestra al proletariado la realidad objetiva, su reflejo, mostrándole que en realidad la clase obrera es el motor de la sociedad capitalista pues es la que genera toda riqueza, en una confrontación ideológica sin cuartel contra la burguesía, al objeto de que la clase obrera tome conciencia de lo que es, de desenmascarar a la burguesía, abonar una psicología social conducente a la rebeldía, convirtiendo esa rebeldía, ese incipiente odio de clase, en conciencia de clase.

La burguesía es plenamente consciente de que su sistema está muerto en lo económico y en lo político, es plenamente consciente que solo se sostiene porque está venciendo en la lucha ideológica, donde el oportunismo es su producto más criminal y más terminado en su lucha de clase contra el proletariado. Los capitalistas son conscientes que hoy se está jugando su supervivencia, y ataca a morir a la ciencia emancipadora del proletariado – el marxismo-leninismo – y al instrumento que fusiona dicha ciencia con el movimiento obrero, el Partido Leninista , abrazando el anticomunismo que es la columna vertebral de toda la reacción burguesa, de donde beben todos los enemigos de la clase obrera – desde fascistas a socialdemócratas pasando por oportunistas de todo pelaje –  pues son sabedores que su supervivencia como clase va ligada a que no se desarrolle el partido leninista, la burguesía es consciente que la clase obrera no puede derrocarla y, consecuentemente, construir el socialismo si no es bajo la dirección del Partido Leninista, si éste no se desarrolla.

 

¡EL IMPERIALISMO ESTÁ MUERTO PERO HAY QUE ENTERRARLO!

¡POR EL DESARROLLO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)!

¡SOCIALISMO O BARBARIE!

 

Madrid, 21 de noviembre de 2022

COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

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