La impotencia del reformismo

Airadas reacciones en las filas de la socialdemocracia, el reformismo y ciertos grupúsculos nacionalistas de Andalucía ha causado el análisis del PCOE sobre el oportunismo de los convocantes del 28F.
 
En ninguna de estas reacciones hemos visto la más mínima alusión al contenido del análisis, ni ninguno de estos “revolucionarios” ha sido capaz de refutar la más mínima parte de dicho análisis. Porque los argumentos que se exponen son ciertamente irrefutables, al menos si se pretende defender semejante bazofia desde el punto de vista del socialismo científico.
 
Pero hay algo común en todas ellas: nuestros pretendidos “revolucionarios”, algunos de ellos pretendidamente marxistas-leninistas, hacen gala de una completa apología del economicismo y del movimiento. Para ellos, en la línea del Bernstein más puro : “el movimiento lo es todo, el objetivo final nada”.
Y es que parece ser que en cierta parte del espectro que se auto-denomina»revolucionario» se ha vuelto a poner de moda la denominada lucha economicista, la lucha espontánea, la negación del carácter dirigente del Partido, la negación de la toma del poder político como necesidad y muchas otras negaciones que tratan de convencer a los obreros de que hay una salida “por la izquierda” dentro del capitalismo y alternativas semejantes.

Hay que decir que el desarrollo del movimiento obrero no debe circunscribirse a la lucha por las pequeñas reivindicaciones económicas únicamente. El objetivo que tiene que tener claro el movimiento obrero no son estas reivindicaciones en sí, sino que son un medio para alcanzar dicho objetivo.

Y es esta misma lucha la que muestra a los obreros que además de su enemigo directo, el capitalista, tienen otro enemigo: la fuerza organizada de toda la clase burguesa, es decir, el Estado capitalista con esas leyes y esa constitución que nuestros reformistas quieren modificar para parar la guerra de “los mercados” contra el pueblo.

Algunos elementos, obsesionados por la lucha económica, por la lucha por una mejora parcial de la situación de los obreros están dispuestos a seguir en esa línea y a seguir sin plantearse el objetivo del socialismo y de la dictadura del proletariado. Sobre ellos, puede decirse que hacen suya aquella frase de los bernsteinianos “el movimiento lo es todo, el objetivo final nada”. No les interesa en absoluto para qué lucha la clase obrera; para ellos lo esencial es la lucha en sí.

En lugar de dirigir el movimiento espontáneo, de inculcar a las masas los ideales comunistas y orientarlas hacia nuestro objetivo final (el socialismo) se convierten en un instrumento ciego del propio movimiento, limitándose a exponer las necesidades y exigencias de que tienen conciencia las masas en ese momento.

Estos individuos se muestran incapaces de explicar a las masas el objetivo final, el socialismo y la dictadura del proletariado; y lo que es más lamentable es que consideran estos términos como algo inútil o incluso perjudicial.
Para ellos los obreros son como niños pequeños, a los que temen asustar con este tipo de ideas. Es más, muchos de ellos mantienen incluso que para llegar al socialismo no hace falta ninguna lucha revolucionaria. Para ellos la única lucha “revolucionaria” son las huelgas, los sindicatos “alternativos”,las pequeñas cooperativas de consumo y producción, la banca ética, etc.
Ellos rechazan la doctrina de que mientras el poder político no pase a manos de la clase obrera(dictadura del proletariado) es imposible el cambio de régimen, es imposible la emancipación completa de la clase obrera.
Ellos conciben unas alternativas que caben muy bien dentro del régimen vigente y que no es necesario más que un capitalismo de rostro humano, una democracia “participativa”(sin definir el carácter de clase de toda democracia),un Estado que está por encima de las clases; el cual, en su opinión, debe actuar de intercesor en los conflictos de clase…
Declaran además que las libertades dentro de la democracia burguesa no son incompatibles con el capitalismo, razón por la cual para ellos sobra la lucha política por el socialismo, pues para alcanzar estas metas es suficiente únicamente la lucha económica.
Les basta con que las huelgas, las manifestaciones y las acciones espontáneas se produzcan con más frecuencia, sin elevarlas a luchas políticas. En definitiva, no superan el espontaneismo, ni se plantean que el único objetivo donde la clase obrera realmente se emancipará es el socialismo.
Así que nos tratan de convencer de que el socialismo está caduco y que hay que centrarse en las luchas económicas. Se centran únicamente en el trabajo en esta u otra localidad, en este u otro sector sin plantearse que el único camino es la unidad de todas esas luchas, de todos los sectores, elevados a luchas políticas que superen los estrechos márgenes del economicismo.
Huelgas y más huelgas, marchas y más marchas, denuncias de la represión y colectas para pagar dicha represión: he ahí el alfa y el omega de su actividad.
Seguramente muchos lectores piensen que esos adoradores del movimiento espontáneo prestan al menos una gran ayuda al movimiento y a la lucha de clases. Pero esto también es un error.
La historia nos demuestra que este tipo de movimientos, que no son nuevos precisamente, tras un brillante comienzo y un crecimiento exponencial se tornan más tarde en un caminar a ciegas, probando esto y lo otro bajo la fórmula ensayo-error hasta que por último el movimiento se detiene.
Esto no es de extrañar, toda lucha espontánea y economicista choca inevitablemente contra la muralla del poder burgués, del Estado burgués, esa maquinaria que ellos no se plantean tomar y extinguir.
Las huelgas, las marchas y las acciones que se suceden impulsadas por los economicistas mueren asfixiadas ante la cruda realidad, que es que mientras la burguesía ostente el poder político puede decir no a todo, y no conceder siquiera migajas. Lo estamos viendo a día de hoy, con la liquidación del mal llamado Estado del Bienestar.
Y ante este fracaso previsible y demostrado múltiples veces en 150 años de historia del movimiento obrero, se produce la frustración, la desesperanza, el desencanto, la impotencia. Es decir, lo que viene ocurriendo en este país desde hace décadas con todos estos movimientos que buscan la cuadratura del círculo, la eterna alternativa al socialismo y a la dictadura del proletariado. Y siguen sin hallarla, y siquen las frustraciones tras el siguiente fracaso de la nueva teoría revolucionaria que enterrará al socialismo: desde Cohn Bendit a los Foros Sociales pasando por nuevas y mesiánicas figuras mediáticas. Fracaso tras fracaso.
La alternativa revolucionaria a estas formas de actuar es impulsar a los obreros a la lucha política directa. Plantear cualquier huelga, por poco importante que parezca, como una muestra de la falta del poder político para la clase obrera. Plantear la huelga como un choque directo contra el poder burgués, superar la insuficiencia de la lucha económica y tener muy claro en todo momento que el objetivo es la toma del poder político y decírselo así a la clase obrera. Porque cualquier otra cosa es engañarles.
Cada intento de elevar la lucha económica a lucha política impulsa a los obreros a un género de manifestaciones en las que el matiz económico pasa a ser secundario.
Por medio de la propaganda y la agitación estas luchas se elevan trascendiendo de lo meramente sindical al terreno de lo político. Es decir, se producen manifestaciones políticas.

Por tanto, como conclusión, mientras no superemos las luchas espontáneas y economicistas y las elevemos al plano de lo político; con un objetivo muy claro que es el socialismo y la dictadura del proletariado, los trabajadores seguirán cosechando derrota tras derrota. Por mucho que esas luchas espontáneas y economicistas parezcan a día de hoy la panacea a todos los males. No lo son, únicamente ayudan que la enfermedad se mantenga. La medicina se llama socialismo y dictadura del proletariado.

-El papel del Partido Comunista en esta situación:

Para ser la organización de vanguardia el Partido debe estar armado de la ciencia revolucionaria del marxismo leninismo, debe conocer las leyes del movimiento, debe tener siempre en cuenta las leyes de la revolución. De otra manera, vencer al capitalismo es una quimera.

El Partido no puede ser un verdadero partido si se limita a ir a rebufo de la conciencia espontánea de las masas, de la conciencia que tiene el proletariado en este momento, si a lo que se dedica es a la apología del movimiento espontáneo por su propia debilidad, si a lo que se dedica es a la sopa de siglas sin ninguna conexión con la clase obrera, si no sabe situarse como vanguardia por encima de esta conciencia espontánea y si no sabe educar revolucionariamente a las masas para que comprendan la misión histórica del proletariado.

La conexión del Partido, como vanguardia, con la clase obrera se lleva a cabo a través de las células en los centros de trabajo, pues este es el contacto más directo del Partido con la clase obrera, ahí es donde realmente se lleva a la práctica la teoría del marxismo-leninismo, ahí es donde realmente se analiza objetivamente la correlación de fuerzas en la lucha de clases, no en base a subjetividades o sopas de siglas que pretenden medir la correlación en base a marchas, manifestaciones, u otras luchas economicistas o reformistas por el estilo.

La clase obrera y sus aliados se encuentra en las fábricas, en los barrios, en los centros de trabajo, en los institutos, en las universidades, que es lo que parecen no haber comprendido nuestros “revolucionarios”. Para ellos el sujeto revolucionario son los llamados “frentes de masas”, que a día de hoy no son más que sopas de siglas que no agrupan a las masas. No, el sujeto revolucionario es la clase obrera, que se encuentra a día de hoy totalmente alejada de eso que llaman frentes de “masas” y con la conciencia de clase a años luz de desarrollarse.
Es mucho más vistoso el trabajo político en estos frentes, o en estas movilizaciones, pero los resultados para la lucha de clases son nulos. Mientras tanto, el PCOE seguirá desarrollando sus células comunistas con prioridad en los centros de trabajo y fábricas, pues son estas la única garantía de victoria. Cuando el Partido Comunista ha actuado así, los trabajadores les han seguido, pues no son tontos, ni tienen menos cualidades, ni nosotros somos más inteligentes para comprender el marxismo-leninismo, ni hemos tenido ningún atributo especial para comprenderlo. Los comunistas somos exactamente igual que los obreros, y si nosotros hemos comprendido el marxismo-leninismo cuando nos han hablado de él, cuando nos lo han explicado, ¿qué es lo que les hace pensar a los reformistas y pseudo-revolucionarios que el resto de los obreros con incapaces de comprenderlos”.
Ese es el trabajo del Partido Comunista, del PCOE, todo lo demás son estrategias caducas que llevan décadas fracasando alrededor del globo. Miremos a Grecia y sus 26 huelgas generales económicas que arrastran cientos de miles de trabajadores y veremos como ni la correlación de fuerzas ha cambiado, ni se vislumbra una toma de conciencia de clase por parte de amplios sectores de la clase obrera. Si el economicismo ha fracasado en Grecia, movilizando cantidades muy superiores de las que estos señores dicen movilizar, ¿quieren seguir el mismo camino? ¿O bien pretenden seguir la estrategia correcta basada en la lucha económica además de la política e ideológica con un objetivo claro: el socialismo y la dictadura del proletariado?.
 
Leyendo su comunicado, y sus reacciones, mucho nos tememos que optan por una versión más chapucera de la primera opción. Es decir, optan por el fracaso demostrado.
 

COMITÉ PROVINCIAL DE SEVILLA DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL

 
http://pcoesevilla.blogspot.com.es/2013/02/la-impotencia-del-reformismo.html

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