La Constitución o la máscara con la que se acostaron franquistas y amanecieron “demócratas”

El 32 aniversario de la reforma de las Siete Leyes Fundamentales del Movimiento Franquista, también llamada Constitución, se ha celebrado en un marco a imagen y semejanza de aquellos que la hicieron posible, herederos de Franco y oportunistas traidores del Pueblo, que no es otro marco que el empleo del Ejército para arremeter contra los trabajadores de AENA en claro mensaje lanzado por el Estado a aquellos que se opongan a los dictados del Capital.

 

En este evento, los políticos de la oligarquía financiera se han afanado en dejar claro dos mensajes: la fortaleza del Estado que no admite chantajes y el periodo de libertad, paz y bienestar aportado al país gracias a dicha Constitución.

Por más que reiteren ambos mensajes, la verdad sólo es una y ella es que la Constitución de 1978 y la inexistente democracia en la que vivimos, lo único que han conseguido es mantener el poder en manos de la misma clase que llevó al golpista Franco a arrebatar el poder al Pueblo en el año 1936 mediante un alzamiento militar fascista, hacer que la burguesía posea cada vez más poder y más hegemonía y que el Pueblo tenga unas cada vez más precarias condiciones de vida y esté completamente despojado del Poder, por consiguiente, de la democracia. Eso sí, esta Constitución – fruto de la traición al pueblo por parte del oportunismo encarnado en las siglas PSOE y PCE – ha servido para que aquellos que se acostaron un día franquistas amanecieran con la etiqueta de “demócratas”. Algunos de ellos, descendientes de familias franquistas como Manuel Chaves, José Bono, Fernández De la Vega o Trinidad Jiménez, se colocaron incluso la máscara de “socialistas”.

La tozuda realidad nos dice que en la Constitución de 1978 los derechos que supuestamente se le reconocen al Pueblo son meras declaraciones de intenciones que no se cumplen ni tratan de ser cumplidos, pero las obligaciones y los instrumentos de represión de la burguesía contra el pueblo trabajador son ley, consagrándole al Ejército la misión de arremeter contra aquél que vaya contra la economía de mercado y contra los privilegios del Capital.

Tres décadas de Constitución sirven para comprobar cómo el Parlamento legisla al toque del dictado de los mercados y de la Banca. ¿Cómo pueden decir que al estado no se le chantajea cuando un día sí y otro también comprobamos que los parlamentarios son auténticos títeres del Capital y el Estado instrumento de robo y represión? En el estado español la soberanía feneció: se niega el derecho de autodeterminación de las naciones, se otorga al ejército el rol de defender a sangre y fuego los intereses de la burguesía y su sistema económico capitalista, se le confiere a la burguesía el control, la planificación, la dirección y el apropiamiento del beneficio resultante de la producción, se ilegalizan partidos e ideologías, existen presos políticos por el mero hecho de ser comunistas, anarquistas o independentistas, etc.

Estos 32 años de Constitución han significado para el Pueblo trabajador cinco millones de parados, 100 mil desahucios al año, precariedad en el empleo, salarios y pensiones tercermundistas, un 20.8% de los españoles (más de nueve millones), vive por debajo del umbral de la pobreza, el 40% de los españoles no se pueden plantear ir de vacaciones, el 30% de los hogares españoles llega a fin de mes con muchísimas dificultades, sufrimos una tasa del 30% de fracaso y abandono escolar, … En contraposición con esta realidad tenemos unos políticos corruptos que actúan con opacidad e impunidad, que no dudan en arremeter y recortar derechos a trabajadores, funcionarios, pensionistas y, en cambio, se le otorgan ayudas a los bancos por centenares de miles de millones de euros.

La clase trabajadora no tiene más alternativa que conquistar la democracia, que hoy tiene negada, y la capacidad de determinar qué se produce y cómo se redistribuye el fruto de su trabajo del cual hoy está despojada. Y todo esto es consecuencia de la desunión y la desorganización de los trabajadores y demás clases populares agredidas por el capitalismo. Por ello, el Partido Comunista Obrero Español hace un llamamiento a la unidad de los Comités de Empresa y a los delegados de personal y que estos se fusionen con el movimiento estudiantil, campesino y vecinal confluyendo en un verdadero Frente Popular, indispensable para que exista una verdadera democracia y no la falsedad que a día de hoy padecemos. La conquista de la democracia, de la justicia social y de mayores cotas de libertad no nos vendrá dada por esta Constitución sino por nuestra organización y unión como clase mayoritaria generadora de todo.

PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

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